Despertar en conciencia es desprenderse «naturalmente» de viejas estructuras mentales, del hábito de la obediencia a la palabra oficial, de juicios salvo-condenatorios que derivan en condicionamientos y mandatos que nos arropan con los harapos de la incomprensión, que nos miden, nos pesan, catalogan, rotulan, encasillan, cosifican, que siembran intolerancia, que cortan puentes, despeñando voluntades, que nos acercan a morales prefabricadas alejándonos de la única voz que habla en silencio, la verdad incorruptible del ser que somos.
Alentar la igualdad entre hombre y mujer, entre mujer y hombre, es partir del supuesto de que se está en desigualdad, es ignorar la esencia una que nos anima, es continuar a los tropiezos en el tránsito por el empedrado camino de la experiencia, es no poder reconocernos en cada otro... «aún».