Celebro la fiesta íntima de ser con conciencia, así en el gozo como en el dolor y en la confusión, a cada instante, con cada respiración, desplegando la sonrisa, sin necesitar excusas para ofrecer la mano ni atender las barreras que la formalidad de la costumbre impone.

Danzo con alegría nadando contra corriente, sin tiempos marcados por fríos relojes y limitantes calendarios, mientras voy al encuentro del otro y, en cada otro, al encuentro con migo misma, con los brazos abiertos, como se abren las puertas y ventanas de la casa, de par en par, un día cualquiera de sol, sin esperar permisos, sólo porque sí, porque lo siento y nace y brota inconteniblemente, pues… la vida es lo que ahora mismo está ocurriendo y no aguarda...



La Vida se revela en tantos niveles como, ni siquiera, llegamos a imaginarlo. Más allá de nuestra piel, hay infinitos "vecindarios", universos manifestados que cuentan, mayormente sin palabras, el argumento de la Creación desplegándose incesantemente.
Una mirada curiosa y ávida vuela y se posa en aquello que, para la mayoría distraída, queda totalmente relegado a un plano ignorado de la existencia. Así, lo que es fondo para tantos, se pone en el centro de la escena para unos pocos.

Toda historia inicia cuando hacemos foco.