No existe "criatura menor" en el Universo, al respecto, sólo existen prejuicios.
Quién menosprecia lo que, por comparación, le resulta pequeño, aún no ha descubierto su propia grandeza.



Quienes viven cobijados bajo el cielo del norte, "tal vez", nunca hayan visto esta diadema que brilla en las noches del hemisferio sur.

Hace tan sólo un suspiro, algunos hombres, llamados por el poder imperial "adelantados", repararon en ella en medio de sus campañas de saqueo y conquista, dándole el nombre con que mayormente se la conoce, Cruz del Sur.
Sin embargo, los pueblos originarios de estas latitudes, esos que nacieron como un canto emergiendo de las entrañas mismas de la Tierra muy muy antaño (bastante más que un suspiro...), creyeron ver en ese puñado magnífico de luminarias y en sus entornos celestiales "la pisada del choike o surí o mañik, el ñandú cósmico", o la cruz escalonada, la "chacana", símbolo de la cosmovisión andina.

Más allá de toda interpretación, cada noche se alzan en la negrura orientando el camino del viajero.



Mientras vamos y venimos urdiendo nuestras rutinas diarias, la cabeza, sumergida en el mar de fondo del momento, más allá de nuestro Planeta, la realidad cobra una dimensión sideral. En medio de los escenarios globales con sus agendas y almanaques, de las pretensiones fútiles del sacro dios Consumo, de los estándares “empobrecedores” que la sociedad mundial insta a alcanzar a como dé lugar, girando como trompos en la loca vorágine, encadenados a un estilo de vida hipnótico y superfluo, como Humanidad, vamos distanciándonos de la Naturaleza, olvidando que somos criaturas sujetas al Orden Mayor de la Creación.

Tomar conocimiento del macro proceso que cursa la Tierra en la vastedad casi infinita del Universo implica despertar la consciencia universal desde la cual reconocernos Ser.



Protagonismo y competitividad.

"A diario", seguimos "inculcando" en las mentes de los niños y jóvenes estas pautas conductuales, apoyadas en los juicios de valores del "Reino del Ego". Sistemáticamente, desde que nacen, los formateamos, empujándolos hasta acorralarlos contra la cerca de una Sociedad sustentada en lo aparente, lo vano, lo superfluo, lo intrascendente; los conminamos a montar el histórico Caballo desbocado del Gran Paradigma Mundial que impera comandando desde la ignorancia de la Esencia, para emprender la frenética carrera que los conducirá inexorablemente hasta el pie del abismo de la propia insatisfacción personal, turbada, su conciencia, por la confusión que trae el sinsentido de una existencia que se percibe tortuosa y hueca.

Paradójicamente, ocurre, luego, que penalizamos en el escenario del mundo, el accionar impiadoso, obsesivo y, por eso, ciego de aquellos que se instalan como los "líderes del protagonismo despiadado y la competitividad brutal y devastadora". Tras esta falta absoluta de coherencia que evidenciamos en nuestras vidas, en nuestras creencias, en nuestros comportamientos, nada hay, entonces, de qué asombrarse cuando, del seno de tal engendro por nosotros mismos creado y alimentado, emerge el "Monstruo" tan temido encarnado a nuestra medida. Esta dolorosísima Enfermedad "autogenerada y padecida por la humanidad" se manifiesta con el sólo propósito de "guiarnos espontáneamente" a una impostergable "toma de consciencia". Recapacitar y dar un paso al acostado del "signado derrotero de la manada" es lo que hará posible el gestar un cambio sustancial "desde lo individual", porque es "una a una" que las gotas del Agua se reúnen para volver a ser Océano.

"Protagonismo y Competitividad" pueden convertirse en esa piel reseca y desvitalizada que mudemos si decidimos, finalmente, renacer a una Nueva Consciencia Amorosa a través de la Cooperación y la Unidad.



Allende la más arriesgada de todas las especulaciones científicas, hay la vastedad incalculable de un Universo vivo y, por esto, palpitante. A cada paso que das, el cielo que te cobija se deja ver infinito e impensable.
Acaso, sólo quede librado al completo dominio de la contemplación la grandeza mayúscula de su cuerpo fulgurante, en medio de la oscuridad más absoluta.





Viernes 12 de agosto de 2016
Hora 18:10
Salón de lectura de la Biblioteca Argentina, ciudad de Rosario.
Presentación del libro "Donde cantan los Ecos".

(ahora sí, Alma, ahora sí...)

Fue entrar al salón principal, aún en penumbras, y revivir momentos de un pasado idefinidamente lejano (y tan cercano...). Tardes de lecturas, el silencio acompañaba esos espacios íntimos con olor a pinotea y una austeridad bendita que, es evidente, quedó grabada como una impronta en mi energía.
No fue poca ni mucha la gente autoconvocada. Sólo estuvo allí quien, como dice la autora, "ya había acordado, en algún tiempo irrazonable, esta cita". De los dos micrófonos generosamente dispuestos en la mesa, bastó uno en mi mano para que el decir desde el corazón fluyera, junto con las lágrimas. Mi experiencia vital y el Fuego Sagrado que me nutre dieron sustento y tibieza al relato y una parte de mi misión en esta vida se vio, así, concluida.

En gratitud y amor ...

"... Reunida a mi niña y a mi anciana, hoy entro al nuevo día montada en la cresta de la Vida, con plena consciencia
del Juego que juego, dispuesta a no olvidarme de aquello que al ganar años se olvida. Me agradezco, hasta aquí, el camino recorrido. Agradezco a los fuertes vientos, que me han enseñado a sostenerme erguida en mí misma; a la brisa cálida, que ha sabido calmar el dolor cuando lo hubo soplando en mis heridas el reconfortante aliento como bálsamo aromado; al páramo que, en su aridez, me privó de alimento, pues me facilitó el descubrir que hay otro, inextinguible, que sustenta la existencia; al valle fértil, que me
mostró la generosidad y abundancia de que está hecho el Universo que habito; a todos y cada uno de los rostros que acompañaron mi andar, por devolverme amorosamente mi
propio reflejo, por orientar permanentemente mis aprendizajes, por brindarme la posibilidad de encontrarme en cada uno de ellos y, comprendiéndome, comprender la unidad del Espíritu.

Soy estrella y guía de mis propios pasos. Soy este perfume inconfundible, esta melodía única que se libera en el espacio ahora, así, aquí, y se vuelve ARMOnía bajo el signo del AMOR..."



No hay algo que sea "lindo" o "feo". Hay preferencias, afinidades, sintonías químicas que nos vuelven más dispuestos y receptivos a algunas cosas y menos o nada a otras.
Discernir cuestiones como estas en nuestro modo de percibir la realidad manifiesta nos permite poner en la perspectiva adecuada la propia experiencia, re-conocer nuestra singularidad y apreciar el universo despojados de morales y juicios de valores.

Todo entraña su inteligencia. Todo es Espíritu.



Cuando alcanzamos la comprensión de que la Fuerza de Vida, el Soplo del Espíritu, pulsa en cada onda de energía que es, “al mismo tiempo”, partícula constituyente de átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, sistemas, mega sistemas, redes, universos infinitamente entramados entre sí, reconocemos la Presencia de Dios que Es Todo, siendo iluminados por la certeza del Ser Unificado que la Creación Es.



ASOMBRO GENUINO, oír la CANCIÓN INOCENTE de la VIOLETA, MELODÍA SENSIBLE, su PERFUME ORIGINAL que entrega la ENERGÍA de la VIVENCIA desde su DESCENDENCIA DIAMANTINA.



Hoy están en línea los "regalos".

Define la RAE (Real Academia Española) este término como "lo que se da a alguien sin esperar nada a cambio como muestra de afecto o agradecimiento". Entregarlos y recibirlos, ciertamente, moviliza en nosotros sentimientos de alegría, gratitud y amor que nos ponen en sintonía con la vida. Podemos ver el obsequio, si somos atentos y generosos desde nuestra comprensión y conciencia, en el aire entrando y saliendo de nuestros pulmones incesantemente, en nuestro corazón bombeando, en el abrazo intenso del frío o del calor, en el beso de la lluvia que acaricia las pieles, en la compañía de un perro callejero que ha caminado con nosotros brevemente algunos pasos, en el beso querido, en cada circunstancia que nos trae la posibilidad de enriquecer la perspectiva, en el amigo y también en el enemigo que sólo es tal porque así elegimos verlo...

Es "la actitud" en el dar y recibir desde nuestro centro cordial y amoroso el verdadero "regalo" que nos ofrecemos ofreciéndolo.

REGALAR.
ALEGRAR.



Es la ausencia de la “consciencia de ser Dios” lo que nos sume en el perpetuo sentimiento de abandono y soledad existencial, ese sabor amargo y persistente que, aunque por momentos distraigamos, finalmente no se quita con nada (“CON NADA”) que ofrezca este mundo.

Solo a través del Silencio que acalla la mente (“SÓLO… A TRAVÉS… DEL SILENCIO”) es posible trascender el frenético discurso interno y, despojándonos de la bruma de todo condicionamiento, experimentar la Belleza del Vacío, la Libertad Absoluta que nos deja a la Puerta del Mayor de los Misterios.

(imagen tomada de la web)








Un estado de cosas no se cambia de afuera hacia adentro. Exactamente al revés es como sucede. Algo ha madurado en la perspectiva interna de alguien y su conciencia, espontáneamente, se ha despejado lo suficiente como para ver lo que antes no podía. A eso llamo madurez de un proceso vital. Ahora, esa persona actúa en consecuencia con lo que siente y piensa a la luz de su nueva mirada, es parte de su nueva vibración, por eso su nueva actitud es natural y genuina. No es impuesta, por eso no la impone, ni está supeditada ni comprometida con nada ni con nadie, ni siquiera con aquello que fundamentaba su antigua estrechez de miras. Precisamente a causa de esto, ya no intentará ni someter ni tratar de convencer de nada a nadie. Ahora entiende. Ahora fluye, no forcejea, por lo tanto su realidad deja de ser complicada. Ve unidad donde el resto, división y conflicto. Ha ganado comprensión y se ha dado cuenta de que hay tiempos personales, como lo tienen las frutas del jardín para caer de su rama. Comienza a ser respetuoso de los otros procesos y tolerante con lo diverso. Ahora ya no mira hacia afuera y exige. Ha puesto su atención adentro. Ahora se aleja del ruido y va en busca del silencio que le permite conectar sutilmente con su intuición, la voz del alma, la presencia divina portadora del ser que le da vida, su real guía y comando. Inesperadamente, su presencia en el entorno se torna luminosa, reverberante, cada vez más y más, generando, sin pretenderlo, una sinergia que eleva la vibración de otras cuerdas humanas que comienzan a ver íntimamente lo que, hasta ese momento, era invisible a su comprensión. Ahora más personas, más conciencias vibrando en sintonía con el Orden Mayor multiplican exponencialmente lo que comenzó siendo una piedra en el estanque.

Así una humanidad gesta un cambio auténtico y sostenible, sin fronteras, sin luchas, sin discursos ni ideologías ni pujas ni negociados y con la misma naturalidad con que sale el Sol cada mañana.



Nació para ser puente…

Primero, se tendió entre mi sentir profundo y mi voz. Luego, me pidió alas para llegar a otros, alas de papel y tinta con que volar a cada humano que tuviera la curiosidad, el deseo, la intención de hacerle lugar entre sus manos y corazón. Hubo tanteos y en ello, experiencia, hasta que, finalmente encontró su cauce, su canal de parto, y surgió a este mundo sutil y, aún, vigoroso.
De mi parte, lo que resta es abrir las puertas para que se encuentre con el mundo y esparza su color, su aroma, su impronta. Le auguro una tarea preciosa, la de iluminar corazones.


Sin protocolos…, “Donde cantan los Ecos”.



¡Todos a bordo...!

En la travesía que es la Vida, navega la humanidad este Universo incalculable subida a una Nave Nodriza llamada Tierra, Gea, Gaia o, simplemente, "Madre". Surcar el infinito océano del Espacio es la mejor aventura que jamás nadie pudiera imaginar. Tripulantes somos un tanto distraídos en las cotidianeidades, más o menos adormilados, enredados en lo superfluo. Pero cuando, respondiendo más allá de nuestro entendimiento a la voz íntima del alma, levantamos la mirada hacia lo alto, ocurre el reencuentro con nuestra "casa grande", con el "hogar" de donde y adonde, concluido este periplo, un día volveremos.



Enfoco en "un punto de fuga" y se dispara la perspectiva que recrea la profundidad en donde cada elemento toma relativa posición respecto del todo contemplado. Es un efecto de percepción del ojo que observa.

Así, con cada vínculo, con cada evento, con cada circunstancia.

Así, con la vida.






Hay una geografía que nos recorre por dentro. Su rosa de los vientos, el corazón. Todos los rumbos viven allí y todos devuelven al viajero, al fin de su travesía, al mismo punto. De modo que el viaje de la vida es... un periplo circular.










Caminaba hoy en la tarde por las calles de Rosario. El cielo, parcialmente nublado, lluvias aisladas y franco descenso de la temperatura. La gente “evitaba” el contacto con la intemperie y se refugiaba bajo los techos de los escaparates a lo largo de las veredas. Y no es que esté haciendo un reporte me(n)teorológico. Nada de eso. Sólo observo y reflexiono… así:

“La ‘primera tormenta’ ocurre, inevitablemente, en el cielo interno: la mente y su cede física, el cerebro, que, curiosamente, también se halla en nuestros 'altos'. Cuando estamos siendo acosados por los propios pensamientos restrictivos, acotados, anquilosadamente artríticos, calcificados por haberse sostenido en la rigidez durante toda una vida a causa de creencias limitantes, la mente genera auténticas tempestades. Entonces, truena, relampaguea y llueve la emocionalidad sobre el corazón y sus efectos se dejan sentir sobre nuestra totalidad, claro. Sin embargo, y continuando con la analogía, del mismo modo en que el Sol permanece tras las nubes en el cielo atmosférico, así, el sol interno sigue allí por más que parezca que nuestro mundo interior se está derrumbando. Basta con sostener intensamente la actitud apropiada para que 'la estrella' irradie nuevamente disipando la negrura de los nubarrones y brille a través de ellos. La 'intención' ha de ser la clave que active esa 'luz-calor' de nuestro núcleo llamado conciencia, proveniente del Espíritu que, en verdad, somos.

De este modo, vemos cuán vano resulta correr sorteando el aguacero, tomando reparos como paraguas, pilotos y botas en un intento de resguardarnos del clima externo cuando vivimos a diario expuestos a la tormenta perfecta, esa que nos mantiene parados en una zona de riesgo a cada segundo de nuestras (¿atormentadas?) vidas"

¿Pronóstico para las próximas 24 horas...?



TODO aquello que enfrente y separe al hombre del hombre, aún bajo excusas, que no son más que pobres maquillajes encubriendo actitudes discordantes, corta puentes, refuerza barreras, levanta trincheras y, tras ellas, se parapetan los egos, perpetuándose en la ilusión de separatividad.



A los fines de ver no basta con abrir los ojos. Para descubrir intangibles universos, habremos de entregarnos a la magia que impregna el entramado de la existencia y lo invisible nos será revelado...




Ante el automatismo de hábitos consuetudinarios que hemos ido instalando en nuestras anquilosadas rutinas, la voluntad ha claudicado ante la opresión de un estilo de vida que nos reclama en la superficialidad del hacer para tener cada vez más y más.

Recapacitar, volvernos suficientemente dóciles al pulsar rítmico de nuestra sangre, recordar lo "f u n d a m e n t a l" , rescatar la sensibilidad entumecida para que abra la puerta de nuestro mundo interior tras la cual permanece intacta la "propia voz".






"... He cometido increíbles atrocidades en nombre de una fe que nunca fue mía (...) Todos empezamos siendo otra cosa..."

("Las crónicas de Riddik", parlamento en boca del personaje "el Purificador")

De donde venimos, del pretérito de la experiencia personal, traemos una carga de sinsabores, de actos cometidos que han causado dolor a terceros a la vez que a nosotros mismos, muchas de esas veces, proclamándonos en el nombre de verdades ajenas, parciales, mezquinas. Desde lo próximo a lo lejano, así fue como el hombre sometió al hombre, lo martirizó, lo hundió en el abismo de su ceguera fanática, de miedos atizados por sus propios demonios, para, luego, paradójica y siniestramente, resucitarlo bajo un halo de luz en el perfil de un santo que adorar.
El agobio de este angustioso cargamento pesa en el recuerdo, en la sensibilidad que, a medida que transcurre el propio camino, va creciendo, en el "darse cuenta" que, paralelamente, va germinando.

Ahora, nuestro pasado ya es un tiempo inexistente y la llaga encarnada que aún late en la carne necesita ser sanada y, por eso, comprendida y aceptada.

Para poder nacer a uno es imprescindible, primero, morir a otro, y es en la luz de cada amanecer donde está contenida la oportunidad de renacer a la Vida bajo el sol pleno de la conciencia develada.



Poner animales tras las rejas sólo por saciar el hambre estúpido de un egoísmo insatisfecho es signo de impotente prepotencia, es abuso, es petulancia, es haberse soltado, como humanidad, de la mano de la Madre Creadora, haber perdido la guía divina, es boyar guachos en la tierra estéril de la inconsciencia...

Afortunadamente, nada es para siempre.



Digo yo que en su tornasol se conjugan todos los colores. Si acaso una diosa fuera, de la Brisa lo sería, sin dudas. He observado en silencio cómo el aire se inquieta cuando bate sus alas, cómo despierta el rumor de las aguas del río a su paso fugaz, cuánto el vecindario florido se alborota si repica su canto entre los dulces estambres que han de entregarle la deseada ambrosía.

También el alma en mí, a su roce, se estremece, inspirándole a esta humana la fugacidad de un verso ante la tibieza de su cercanía.




Anhelar conocer y abrazar el sentido de la TRASCENDENCIA estando inmerso en el confinamiento que imponen los límites más o menos convenientes de un dogma está en el mismo rango de imposibilidad que el de pretender hacerse con la panorámica de 360° llevando puesto un par de anteojeras.




El tiempo que miden los relojes, conocido como tiempo civil, organiza los eventos de la vida cotidiana de muchas personas que viven en sociedades avasalladas por la civilidad.
Pero el tiempo natural, el de los procesos no regidos por la voluntad del hombre, sino por la fuerza intrínseca de su naturaleza, es totalmente ajeno a cualquier manipulación y por eso no se ajusta ni se encuadra en nuestras convenientes agendas y almanaques, absolutamente despojados de la lógica de la Creación.

Tomar conciencia de esto, reconocer y recuperar ese ritmo, sincronizándonos con él, vuelve a ponernos en estado de sintonía con el Orden Mayor del Universo que pulsa en cada una de nuestras células.