Poner animales tras las rejas sólo por saciar el hambre estúpido de un egoísmo insatisfecho es signo de impotente prepotencia, es abuso, es petulancia, es haberse soltado, como humanidad, de la mano de la Madre Creadora, haber perdido la guía divina, es boyar guachos en la tierra estéril de la inconsciencia...

Afortunadamente, nada es para siempre.